La gastronomía levantina y de Oriente Medio no había estado nunca tan en boga. Y lo mejor de todo es que ahora toca
reinventar la repostería de la zona. Suave es la noche de pistacho.
Desde hace algunos años sopla un nuevo viento en el mundo de la gastronomía.
Un viento del este. Con influencias de los Balcanes, el Cáucaso, la India, Tel Aviv o Bucarest y la riberas del Nilo o el Tigris.
Un viento con tanto empuje que algunos chefs, como Ottolenghi, Reem Kassis y Samin Nosrat, están literalmente escribiendo los nuevos clásicos de la cocina mundial.
Este interés y gusto por la cocina de Oriente Medio no se centra solo en lo salado, sino que también se observa en el ámbito de lo dulce, en la repostería. Con nuevas interpretaciones, nuevas mezclas de culturas, más refinamiento, más creatividad, además de colores, diversión y un especial interés por los manjares saludables, esta nueva escena dulce está cambiando las normas.
Y si hablamos de un lugar que simbolice este renacimiento levantino y de Oriente Medio, hay que mencionar naturalmente a Dubái.







































